jueves, 5 de noviembre de 2009

Volpi, F.; El nihilismo. Madrid: Siruela, 2008.

¿Porque el ser y no la nada? Desde que Nietzsche hablara de ese “huesped inquietante” que es el nihilismo la nadificación del pensamiento occidental ha alcanzado unas cotas impactantes: el desmoronamiento de las religiones tradicionales, el hundimiento de las ideologías políticas, la caída del universo trascendente, el triunfo del pensamiento técnico-instrumental, la hegemonía del dinero. Franco Volpi, profesor de la Universidad de Padua, nos invita, de la mano de Siruela, ha reflexionar sobre este fenómeno a partir de la genealogía del concepto en su nuevo estudio El nihilismo.

En él se dan cita los orígenes del pensamiento nihilista, muy relacionados con la frase de Kirillov, el ateo de los Demonios de Dostoievski, quien dice “Si Dios no existiese... todo estaría permitido”, y entre los que destaca el Padres e hijos de Turguéniev, libro en el que presuntamente se acuñó por primera vez el término. Según Volpi, anarquismo y populismo se aúnan a principios del siglo XIX para dar lugar a una nueva filosofía, cuyo más ilustre receptor no fue otro que el intempestivo Friedrich Nietzsche, “el primer perfecto nihilista de Europa”.

Nietzsche y Heidegger son los ejes centrales de esta investigación. Nietzsche por ser aquel que encarnase de forma más radical la problemática que inspira el pensamiento sobre la nada y su potencia transformadora y Heidegger porque, resiguiendo a Nietzsche, acabó por ser el que llevase a las últimas consecuencias las implicaciones filosóficas de esta idea. Encargado de la reedición de las obras nitzscheanas Heidegger dedicó más de una década a pensar a fondo las intuiciones del maestro de Röcken, quien profetizó que el nihilismo empañaría los siglos XX y XXI.

El modo en que el nihilismo ha ido extendiendo sus tentáculos es aquello de lo que se ocupa la última parte del libro. La reflexión sobre la técnica que tanto preocupó a Heidegger sirve en este caso de hilo conductor para repensar nuestra relación con el medio en que vivimos. A través de la idea de la muerte de Dios y del fin de la historia Volpi encabalga los pensamientos heideggerianos con una suerte de filosofía de la técnica, tal y como él la llama, a fin de esclarecer algunas sombras acerca de la tecno-ciencia para proponer, en definitiva, una antropología a la medida de las nuevas necesidades.

En este sentido “lo que es verdaderamente inquietante no es el hecho de que el mundo se convierta en un mundo completamente técnico. Mucho más inquietante es que el hombre no está, de hecho, preparado para esta transformación del mundo”. Mientras la tecno-ciencias siga ganando terreno seguiremos estando cada vez un poquito más cerca de la deshumanización del contenido significativo que utilizamos para habitar el mundo. La nada nadea nos dicen los clásicos, la técnica tecnifica dice Volpi.

Este no es un libro para encontrar soluciones, sino para tirar del hilo. Volpi nos ofrece la posibilidad de husmear las pistas que va dejando en todas direcciones y que son de una riqueza considerable. Este es, sin duda, un pulcro, profundo e inteligente ensayo. En nuestras manos está asumir la inquietud que lo anima y tratar de liberarla.

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